domingo, 20 de julio de 2014

OPINION- PRD: ¿Malos manejos o maleficio

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Debería ser motivo de análisis de sociólogos, politólogos y hasta de psicólogos las discrepancias y divisiones que, a lo largo de su historia y cuan si fuera un maleficio, han afectado al Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

La primera diferencia fue después de la fundación del partido en 1939, cuando Juan Bosch, Enrique Cotubanamá Henríquez, Ángel Miolán, Nicolás Silfa, Juan Isidro Jiménez Grullón, Virgilio Mainardi Reyna, Lucas Pichardo y José Manuel Santana, entre otros, no se ponían de acuerdo sobre la fecha en que debían venir.  Unos eran partidarios de que fuera de inmediato, para combatir al dictador Rafael Leonidas Trujillo desde dentro, y otros no veían condiciones para ello.  Finalmente lo hicieron el 5 de julio del 1961 luego de asesinado el tirano. Ese día vinieron Angel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo, para  organizar el partido en territorio dominicano.
El maleficio de la división no tardó en manifestarse: Nicolás Silfa, uno de esos comisionados, aceptó un cargo a Joaquín Balaguer (quien se mantenía en el  poder tras haberlo heredado) e inclusive abogó por la permanencia de este último en el gobierno, lo que provocó que el Partido lo expulsara deshonrosamente.
El primer gran disentimiento
En los albores de la campaña para las elecciones del 1962 se produjo  un sonoro disentimiento pues Bosch no aceptó el candidato a la vicepresidencia escogido por el partido, Buenaventura Sánchez Félix, y hasta amenazó con retirarse. Días después hubo que repetir la elección, recayendo entonces la candidatura en el médico Segundo Armando González Tamayo.
Bosch y el PRD ganaron las elecciones del 20 de diciembre del 1962 con el 61% de los votos, pero las diferencias perredeístas salieron a relucir de inmediato. Dirigentes exigían cuotas de poder y le ponían las cosas difíciles al presidente electo.
Horas después de la toma de posesión dirigentes encabezados por Angel Miolán se fueron a Samaná a “celebrar la victoria”, pero Bosch no asistió, lo que fue interpretado como un claro indicio de que las cosas no andaban bien entre uno y otros. El agua después rebosó la copa cuando Washington de Peña, una de las figuras más influyentes del Partido, fue nombrado por Bosch embajador en Africa, en una aparente maniobra para alejar de su entorno a las “cabezas calientes” perredeístas.
Abundaron las fricciones
A lo largo del efímero mandato de Bosch abundaron las fricciones entre él y los demás dirigentes del PRD, los cuales objetaban abiertamente iniciativas del Gobierno y reclamaban cuotas de poder. Una de las más graves fue poco antes del golpe de Estado, cuando el Presidente propuso convertir los locales del partido en escuelas de alfabetización, a lo cual los demás se opusieron. La diferencia fue tan grande que los comisionados que sirvieron de avanzada en el proceso de inserción del PRD en el país (Virgilio Mainardi Reina, Nicolás Silfa y Ramón Castillo, al igual que  Thelma Frías) abandonaron el partido y tomaron rumbos políticos diferentes. 
PRD no actuó ni se pronunció contra el golpe
Aunque todo el mundo sabía que sectores de derecha conspiraban contra Bosch, el PRD no diseñó ninguna estrategia para impedir el golpe. Mas bien, con su inacción, se sumó a esta trama. Luego de la interrupción del orden constitucional no dijo ni “esta boca es mía”, lo cual fue –a juicio de observadores- una muestra del disgusto que los dirigentes  tenían con su propio líder y gobernante.
Bosch se marchó del país. Años después el partido le exigía que regresara para que encabezara la lucha por el retorno a la constitucionalidad que libraban distintos sectores, y  para que se incorporase al proceso de reestructuración del PRD que se llevaban  a cabo bajo bajo la orientación de  Virgilio Mainardi Reina, Pablo Rafael Casimiro Castro y José Francisco Peña Gómez..   Pero Bosch no obtemperó a estos llamados, por lo cual recibió una andanada de críticas de sus propios compañeros. No fue sino hasta casi al final de la guerra de abril del 1965 cuando lo hizo, pero se negó a salir a hacer campaña al interior del país bajo el alegato de que su vida corría peligro. La campaña para las elecciones del 1966 prácticamente fue hecha por Antonio Guzmán Fernández, quien era candidato vicepresidencial. En esas circunstancias, Joaquín Balaguer ganó los comicios.
Lucha ideológica
A partir de entonces, hubo una gran lucha ideológica en el seno del PRD pues Bosch enarbolaba la tesis de una “Dictadura con Respaldo Popular” y dirigentes de este partido se oponían abierta y públicamente a ella. Bosch habló de “quitar las garrapatas al buey” (o sea, expulsar a dirigentes que, a su juicio, constituían una retranca y estaban ligados a acciones subversivas patrocinadas por la Izquierda). 
Otro motivo de fricción fue la iniciativa de Bosch para que el Partido se abstuviera de participar en las elecciones del 1970, con la cual otros no estaban de acuerdo. Finalmente, se impuso el criterio abstencionista y Balaguer logró reelegirse.
A partir de entonces, los choques entre Bosch y su partido fueron frecuentes y desgarradores. El liderazgo de Peña Gómez crecía y se imponía a tal punto que afloraban las consignas de que Bosch era “el capitán” y Peña “el timón” de la revolución. (Hay que resaltar que Peña siempre se negó a confrontar a su maestro y mentor).
Prefirió renunciar
Tal fue la situación, que Bosch optó por renunciar del PRD en 1973 y fundar, junto a un grupo de dirigentes, una nueva agrupación política: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Tras una nueva abstención electoral en 1974, el PRD entró en un proceso de recomposición conducido por Peña Gómez, aunque sin lograr erradicar el maleficio de las discrepancias.
El PRD sin Bosch
En 1977, teniendo como telón las elecciones del año siguiente, hubo serias diferencias entre los aspirantes Antonio Guzmán Fernández, Jacobo Majluta, Salvador Jorge Blanco y Marcio Mejía Ricart, quienes no se ponían de acuerdo para  una convención ordenada. Finalmente sólo quedaron Guzmán y Jorge Blanco. Este último perdió la convención pero denunció que fue víctima de irregularidades. Se retiró a Santiago y, gracias a negociaciones dirigidas por  Peña Gómez, se superó el impasse mediante una fórmula en virtud de la cual Guzmán era ratificado como candidato presidencial, Majluta como su compañero de boleta y Jorge Blanco candidato a senador del Distrito Nacional (a pesar de que era nativo y había vivido todo el tiempo en Santiago de los Caballeros).
El PRD ganó las elecciones del 16 de mayo del 1978. Comenzaba una nueva era en la historia política dominicana, con un nuevo gobierno surgido de la voluntad popular y el apoyo de una mayoría de sectores. Balaguer estaba  aniquilado y apesadumbrado.
Pero durante el interregno fueron tantas las presiones de los dirigentes al presidente electo, Antonio Guzmán, que éste prefirió (al igual como lo hizo Bosch en 1962) distanciarse del partido aún antes de asumir.  Es así como el país observó, con asombro y suspicacia, que en su discurso de toma de posesión el hacendado santiagués pronunció repetidamente las frases: “mi gobierno” y “el gobierno que me honro en presidir”, dejando entrever que una cosa era él y otra el partido.
Precisamente, la gran oposición a éste no provino de Balaguer ni tampoco de sectores de derecha ni de izquierda, sino del propio PTD, cuyos dirigentes hacían presiones de todo tipo para obtener cargos y  beneficios.  Guzmán prefirió entregar los principales puestos del área económica a representantes del empresariado y/o de la oligarquía, lo cual disgustó profundamente a sus compañeros perredeístas.Las aguas se desbordaron en una oportunidad que Peña Gómez fue al Palacio Nacional y comprobó que los militares de servicio, en vez de  saludarle, supuestamente bajaban la cabeza o miraban hacia otro lado. El líder perredeísta pronunció un encendido discurso por Tribuna Democrática, órgano radial del partido, en el que anunció que no volvería a pisar el Palacio Nacional. A partir de entonces, aunque no lo adversó, tampoco colaboró en forma abierta con el Gobierno.
Pese a que era un perredeísta demostrado, Guzmán prefirió realizar semanalmente reuniones de estrategia con miembros de su equipo político o "tendencia", y no con los organismos directivos del PRD.
La oposición de Jorge Blanco
En esos momentos, Jorge Blanco controlaba el Congreso Nacional y hacía una oposición rabiosa al Gobierno. Su sector hacía acusaciones de todo tipo a Guzmán, desde nepotismo hasta de ser ineficaz y corrupto. La hija del Presidente, Sonia Guzmán de Hernández (a la sazón subsecretaria administrativa de la Presidencia) y su esposo José María Hernández (secretario) fueron acusados de corruptos y de manejar a su antojo el gobierno.
Jorge Blanco terminó imponiéndose como candidato del PRD para las elecciones del 1982, las cuales ganó con facilidad. En el período de transición circularon rumores de supuestas pretensiones suyas de procesar judicialmente al saliente Presidente y a sus familiares. Nadie sabe si estas presiones y maledicencias influyeron en su  ánimo, pero  Guzmán terminó dándose un balazo en la sien 4 de julio de 1982, en su oficina del Palacio Nacional. Los propios perredeístas propalaron la versión de que la causa del suicidio fueron las amenazas que recibía del ya presidente electo, Jorge Blanco, y de su sector, y las “pruebas” que le mostraron sobre hechos dolosos que supuestamente habían cometido sus parientes, desde el Gobierno.  (Esto último nunca ha sido comprobado y a la familia Guzmán no se le ha observado ninguna fortuna económica).
La oposición de Majluta
Cuando Jorge Blanco asumió la presidencia, Majluta pasó a ser presidente del Senado y controlaba el Congreso. Con marcadas aspiraciones presidenciales, hizo a Jorge Blanco más oposición que Balaguer, quien llevaba más de cuatro años fuera del poder y hacía esfuerzos tímidos por retornar a él. El Senado bloqueó numerosas iniciativas del Presidente y la lucha interna del PRD se tornó más feroz. Por lo bajo se decía que Jorge Blanco hacía aprestos para reelegirse o, en su defecto, postular a su esposa Asela. Hubo un mayúsculo conflicto por un proyecto para construir la Presa de Madrigal, al norte del Distrito Nacional, a lo cual Majluta se opuso  abiertamente porque entendía que detrás se ocultaba la intención de Jorge Blanco de obtener recursos para su repostulación.
El PRD sacó el cuerpo
Een abril del 1984 los fuertes aumentos de precios como parte de un programa de estabilización económica aprobado por el Fondo Monetario Internacional (FMI),  dieron lugar a disturbios masivos en Santo Domingo, atizados por los reformistas y otros sectores de derecha, y con la complicidad de sectores del PRD. Fuerzas de seguridad  mataron decenas de personas en un esfuerzo por restablecer el orden público, lo que obligó a Peña Gómez y al partido blanco a distanciarse del Gobierno, pues consideraban que éste había manchado el historial de respeto a los derechos humanos y civiles que caracterizaba a los perredeístas.
El tiroteo del hotel Concorde
En noviembre de 1985 se produjo entre perredeístas un hecho escandaloso que involucró directamente a Peña Gómez, quien hacía esfuerzos por ser  candidato presidencial: ocurrió un tiroteo en el hotel Concorde que desbarató las primarias que los perredeístas celebraban allí y en las cuales los aspirantes eran el líder máximo (Peña Gómez) y  Majluta. Aunque se designó una comisión oficial para investigar este hecho, nunca fueron señalados y sancionados los culpables.
Tres meses después, mediante negociación, Majluta asumió la candidatura del PRD, pero sectores del partido prefirieron solapadamente hacer campaña a Balaguer con tal de que el Presidente del Senado no ganara. Finalmente, el anciano líder reformista triunfó y retornó al Gobierno.
Dos nuevos partidos
En el 1989, en medio de los preparativos para la octava convención, se produjo otra crisis en el PRD protagonizada también por  Majluta y Peña Gómez.  Fue de tal magnitud que ambos, en vista de su imposibilidad de controlar las fuerzas internas del partido, optaron por formar agrupaciones políticas independientes. Peña Gómez fundó el Bloque Institucional y Majluta el Partido Revolucionario Independiente (PRI). Aunque  Peña logró quedarse con el PRD y pasó a ser candidato, perdió las elecciones de 1990.
Tres años después, debido a que ya tenía el control absoluto del partido, Peña Gómez fue postulado sin dificultad candidato presidencial para las elecciones de 1994 enfrentándose a Balaguer.  Este último fue proclamado ganador.  Peña y el PRD alegaron haber sido víctimas de un  fraude “colosal” e iniciaron  una campaña de denuncias a nivel nacional e internacional. 
El líder reformista propuso gobernar dos años y que Peña Gòmez lo hiciera los dos años siguientes, pero este último  exigió que se convocara a nuevas elecciones en el 1996, en las que él se presentó otra vez como candidato, teniendo como rivales a Balaguer y al joven peledeísta Leonel Fernández.
En las elecciones del 16 de mayo del 1996 ninguno de los contendientes obtuvo la mitad mas uno de los votos de los inscritos en el registro electoral y fue necesaria una segunda vuelta. Cuando parecía que las cosas favorecían a Peña Gómez, el  caudillo reformista sacó “una carta de entre la manga” y anunció públicamente su apoyo al candidato peledeísta, enarbolando la famosa consigna de “el camino malo está cerrado!!”. Es así como Leonel Fernández ganó por mayoría los comicios celebrados días después.
En la undécima convención del PRD, entre 1999 y el 2000, participaron Hipólito Mejía y Rafael Suberví Bonilla. Al difundirse los primeros resultados,  Suberví denunció irregularidades y fraude. Finalmente aceptó la derrota y prometió trabajar para llevar el partido al poder.  Hipólito pasó a ser candidato y ganó las elecciones del 2000.
Tiroteo en la Cámara de Diputados
El 16 de agosto 2003 los perredeístas protagonizaron un escándalo mayúsculo en el Congreso Nacional, cuando la juramentación del dirigente Alfredo Pacheco como presidente de este hemiciclo concluyó en un tiroteo que fue televisado en vivo por un canal de noticias. Se dice que fue provocado por miembros de la facción del entonces presidente  Mejía, quien se oponía a que Pacheco asumiera ese cargo.
La salida de Hatuey
También en el 2003, durante los preparativos de la décimo-segunda convención, se produjo otra crisis porque Hatuey Decamps, como presidente del partido, se oponía a los intentos reeleccionistas del presidente Hipólito Mejía. El choque fue de tal magnitud, que concluyó con la expulsión del partido de De Camps. Luego, los precandidatos Milagros Ortiz Bosch, Emmanuel Esquea y Rafael Suberví Bonilla denunciaron irregularidades y la comisión electoral suspendió la convención. El médico santiagués Frank Joseph Thomén inscribió su precandidatura y se enfrentó a Hipólito, quien terminó imponiéndose, pero fue derrotado por Leonel Fernández en las elecciones del 2004 .
En 2008, en  la décimo tercera convención, el ingeniero Miguel Vargas no tuvo dificultad para obtener la nominación presidencial tras derrotar a una coalición encabezada por Ortiz Bosch; pero fue derrotado en las elecciones por Leonel Fernández.
"Sólo el PRD divide al PRD"
Como lo dijo en una oportunidad Peña Gómez, “sólo el PRD, divide al PRD”, frase ésta que ha quedado perennizada, como si estuviera esculpida en una lápida de mármol, en los anales de la política dominicana.
Las preguntas obligadas son:  ¿Cómo un partido sin formación política ni disciplina y que desde sus orígenes ha tenido el germen de los conflictos y las divisiones, se mantiene como la fuerza política más numerosa del país?. ¿Hay en él un maleficio o un exceso de democracia interna?. ¿Qué debe hacer en las actuales circunstancias para mantenerse como opción de poder y como uno de los plilares del sistema democrático dominicano?.
No voy a emitir opiniones respecto a estas interrogantes.  Prefiero que Usted, amigo lector, lo haga escribiendo su parecer debajo, en la sección de comentarios.

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