miércoles, 25 de septiembre de 2013

Desilusión y política


La desilusión es un sentimiento que brota de la comprobación de saber que algo en lo cual pusimos toda nuestra confianza, nos engañó. 
La desilusión es un sentimiento que brota de la comprobación de saber que algo en lo cual pusimos toda nuestra confianza, nos engañó. Las consecuencias personales de la desilusión suelen llevar o al escepticismo, o, a ese vulgar cinismo de quienes se ufanan de saber por anticipado que toda ilusión va a ser traicionada. Está también la desesperación, pero la extrema consecuencia de la pérdida de credibilidad en los ideales humanos es el nihilismo. O sea el caer en la nada cuando se ha perdido la fe en la razón y la confianza humana. El llamado período del “huevo de la serpiente” en Alemania cuando se incuba el horror del nazismo y estalla la brutalidad más terrible de la Historia, cuando ya  se huele en el aire lo que el nazismo implica como devastación de la civilización y la cultura, es cuando el nihilismo alcanza su máxima cota.

Si con alguna tradición contamos los colombianos es la de la desilusión, precisamente porque desde que se declaró  nuestra independencia bajo el amparo de los Derechos Humanos, el poder político lo único que ha sistematizado es el desconocimiento permanente de estos Derechos con la institucionalización de una violencia que niega los principios de civilidad consagrados por una Constitución republicana. Guerras civiles, desplazamientos de campesinos, de indígenas, persecuciones contra quienes se atreven a no estar de acuerdo con el poder de turno y un aparato de Estado capaz siempre de manipular la verdad a su antojo. Lo que uno se pregunta es porqué viviendo bajo este incumplimiento, el pueblo colombiano ha sabido rescatar a sus muertos, hacer invisibles sus territorios a esos poderes y afirmar la vida por encima de la muerte. Esto demuestra que las verdaderas desilusiones  no son sólo políticas sino morales pues  se ahondan en el alma ciudadana,  frente a las abstracciones de las Instituciones.


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